Solo ha pasado una semana desde el Domingo de Ramos cuando escuchamos estas palabras proclamadas del Evangelio de Lucas: “Ha salvado a otros, que se salve a sí mismo si es el elegido, el Cristo de Dios.”
Imaginen cómo fue para los discípulos que presenciaron como Jesús sufrió y murió en la cruz. ¿Habrían abandonado toda esperanza mientras vieron la ignominiosa muerte del Mesías en la cruz? En su carta a los Filipenses, San Pablo escribe “[Jesús] se humilló, haciéndose obediente hasta la muerte, incluso muerte en la cruz. Por esto, Dios lo exaltó grandemente.” Como católicos bautizados nuestra fe nos ha enseñado que la crucifixión no es el final de la historia. Jesús resucitado de entre los muertos fue la fuente de esperanza en esa mañana de Pascua para los discípulos – y sigue siendo nuestra fuente de esperanza hoy.
Cuando el Papa Francisco anunció un Año Jubilar de la Esperanza para 2025, nos recordó que “la esperanza nace del amor y se basa en el amor que brota del Corazón traspasado de Jesús en la cruz … La esperanza cristiana no engaña ni defrauda porque se basa en la certeza de que nada ni nadie nos puede separar del amor de Dios.”
En este Tiempo de Pascua los invito a reflexionar sobre el hecho de que solo podemos ser salvados por el amor de Dios, como se revela en la muerte y resurrección de su Hijo. No podemos salvarnos a nosotros mismos. La historia de la humanidad ha demostrado una y otra vez que todas las riquezas y el poder del mundo no resucitarán a nadie de entre los muertos a la vida eterna. Sin embargo, esta es la promesa de salvación que Cristo ganó para nosotros.
¿Qué te traerá más felicidad en la vida? Si has de ser amado incondicionalmente a pesar de todas tus faltas y fracasos, mira al Cristo Resucitado hoy. Si estás buscando una “esperanza que no defraude”, entonces acepta la invitación del Papa Francisco a ser un peregrino en búsqueda de la verdadera esperanza en el amor de Dios, tan abundante, que nos invita a pasar con El la eternidad.
Nuestro Santo Padre nos recuerda que “la esperanza, junto con la fe y la caridad, constituyen las virtudes teologales que expresan el corazón de la vida cristiana.” Qué la esperanza que se encuentra en la promesa de la vida eterna, nos impulse a cada uno de nosotros a dar testimonio del amor cristiano, para que nuestra fe sea gozosa y nuestra caridad hacia los demás aumente.
Con los mejores deseos de oración para una Pascua llena de gozo y una vida plena de esperanza.
Fraternalmente en Cristo,
Reverendísimo Robert J. McManus, STD Obispo de Worcester