Declaración de su Excelencia Reverendísima Robert J. McManus, Obispo de Worcester, sobre la Decisión de la Corte Suprema Legalizando el Matrimonio del Mismo Sexo
Por milenios, la sociedad ha reconocido los beneficios únicos del matrimonio para el bien común de la sociedad. Por tanto, la sociedad ha protegido legalmente la unión fundacional del hombre y de la mujer como la base irremplazable de la vida familiar. En la experiencia americana, los estados han protegido esta unión como la forma en que la civilización florece a través del don de la vida humana. La decisión de la Corte Suprema requiriendo que todos los estados otorguen licencias y reconozcan el matrimonio entre dos personas del mismo sexo es trágica porque va a socavar la moralidad pública de la sociedad.
Compañía de por vida y derechos legales son metas nobles, citadas a menudo por esos buscando redefinir la diferencia sexual fuera de la única y natural definición del matrimonio. El matrimonio, sin embargo, es mucho más que un contrato entre dos adultos que se unen para beneficio mutuo.
Como el Arzobispo Kurtz, presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos escribió recientemente, “El gobierno ha codificado el matrimonio para la protección del niño. Al hacer esto, el gobierno permanece neutral en cuanto a lo que refiere a dos adultos en edad para consentir, quienes escogen pasar su vida juntos fuera del potencial natural de la vida. Cada persona posee una dignidad inherente que es a la vez digna de protección contra discriminación injusta, pero debemos hacerlo de forma que no redefina el estado único del matrimonio y que discrimine contra lo que la vida humana misma nos dice que el matrimonio es.
El matrimonio entre un hombre y una mujer es el componente básico de una sociedad estable y no se puede entender como el producto de jueces y legisladores. Este es, como el Papa Francisco ha dicho, “un hecho antropológico… que no se puede calificar en base a nociones ideológicas o conceptos solo importantes para un momento de la historia.” Con profundo respeto por todas las personas, la Iglesia Católica continuará ejerciendo su libertad religiosa para ensear clara y caritativamente estas verdades y celebrarlas algremente en el Sacramento del Matrimonio.
Worcester, MA –26 de junio de 2015